lunes, 26 de noviembre de 2018

Lo que hemos experimentado.



Sabemos eso de que si hay dos personas en una habitación y en ella hay una lámpara de dos colores, dependiendo del lugar en el que esté situada cada una de estas personas puede tener una visión diferente de un mismo hecho, todos damos nuestra opinión según lo que vemos, experimentamos… pero también según estemos nosotros en ese momento y así transmitimos lo vivido.

Quien disfruta con la lluvia, en un día soleado puede que no esté de tan buen humor, pero en un día de lluvia se transforma su cara con una gran sonrisa. Aquellos que no son amantes de los días lluviosos lo vivirán de forma contraria, pero eso no significa que no hayan de vivir ambas experiencias, porque de esta manera sabrán con cuál se queda.

Estamos llegando al final del año litúrgico, comenzaremos un ciclo nuevo, llega el Adviento, tiempo de espera y esperanza, de hacer todo nuevo para que la vida nos sorprenda con nuevas experiencias y nos llene de energía, también se nos irán quedando por el camino parte de nuestra existencia, pero está en nosotros saber nutrirnos de lo experimentado para que podamos afrontar nuevos retos.

¿Sabes disfrutar de la frescura de la lluvia y de la energía del calor del sol? ¿Te rindes ante las experiencias complicadas y sólo sabes sacar enseñanzas de las gratificantes?

Porque el Señor protege el camino de los justos, pero el camino de los impíos acaba mal. Salmo  1.

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