martes, 20 de noviembre de 2018

Hoy ha sido la salvación de esta casa.


Zaqueo quiere ver pasar a Jesús, trataba de distinguirlo, pero la multitud se lo impedía. Su baja estatura, su limitación no le permitía poder adivinar el paso de Jesús. Necesita subirse a una higuera para  poder vislumbrar de una manera más certera la realidad de la vida, la realidad de una persona.

Porque a veces la gente nos ahoga, la vida nos ahoga, los problemas nos ahogan, y hemos de elevarnos para poderlos distinguir, y solucionarnos. Desde arriba la vida se ve diferente. Los problemas se hacen más pequeños, y a la gente se le ve en su verdad.

Podemos referir la expresión “bajo de estatura” no sólo a la cuestión física. Lo podemos indicar también a la altura moral que puede tener una persona. Y Zaqueo, al ser cobrador de impuestos era mirado con recelo entre todos, ya que se enriquecía a cuenta del sacrificio de muchos.

Zaqueo pasa de ser mero espectador a ser protagonista al ser llamado por Jesús: Hoy tengo que alojarme en tu casa. Porque el encuentro con Jesús pasa por establecer la morada en él. En Zaqueo se expresa la alegría, y el fruto de esa alegría es el desprendimiento de sus bienes, el restituir a los pobres lo que le ha robado. El encuentro con Jesús no lo dejó igual, lo transformó en una persona caritativa y alegre. Por eso Jesús proclama como una bienaventuranza: “Hoy ha sido la salvación de esta casa”.

Muchos de nosotros necesitamos distinguir quién es Jesús en nuestra vida. Identificarlo en nuestro tiempo, y subirnos a lo alto es la única alternativa que nos queda, ante la vida aglomerada. Necesitamos como Zaqueo elevarnos de las circunstancias que nos rodean y no nos permiten ver en qué momento Dios ha estado presente en nuestras vidas reanimándonos, alegrándonos la existencia.

Fr. Alexis González de León O.P.: Convento de San Pablo y San Gregorio (Valladolid)

El que procede honradamente y practica la justicia, el que tiene intenciones leales
y no calumnia con su lengua. El que no hace mal a su prójimo ni difama al vecino, el que considera despreciable al impío y honra a los que temen al Señor. Al que salga vencedor lo sentaré en mi trono, junto a MÍ.  
Sal 14.

Quien tenga oídos, oiga lo que dice el Espíritu.  Apocalipsis 3

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