miércoles, 28 de noviembre de 2018

No tengáis pánico.



No tengáis pánico es el mensaje que Jesús deja como enseñanza ante el fin del mundo. Lo dirige a sus discípulos y a todo el mundo. Mientras todos admiraban la belleza del templo. Y es lo que va a ocurrirle, su muerte en la cruz. Es el final de la enseñanza pública de Jesús. El hombre se encargará de aniquilar en su presencia lo que viene de Dios: su palabra, sus gestos de amor, los milagros de cada día. A cambio propondrá destrucción. El mundo se condenará por sí mismo. El testimonio será el hombre en una cruz.

No tener pánico significa permanecer en la confianza en Dios, él no nos dejará solos ni en la muerte ni tampoco al final de los tiempos, su promesa es para siempre, eterna.

No tener pánico nos permite interpretar cada signo de los tiempos y cada gesto de Dios con la humanidad serenamente. Lo que significa que no todo es eterno en esta tierra.

Muchos oportunistas vendrán diciendo que son el Mesías, que son ellos los que han de interpretar el final, los encargados del fin del mundo, pero no son más que embaucadores y mentirosos. El tiempo final nadie lo sabe.

Mientras a nosotros nos toca cuidarnos los unos a los otros. Vivir con fe. Cuidar la creación. No pocas veces vemos como se relaciona una inundación en época de lluvias, la subida del mar por el deshielo del polo norte, y se hace mención de cuanto le queda a la tierra de vida. Y por muchos cálculos que se hagan, no deja de ser una especulación. Es necesario tomar actitudes ecológicas que cuiden de la tierra, pero no es necesario vivir con pánico.

La tierra durará lo que tenga que durar sus días. Lo mismo que nuestra vida. Unos mueren antes de lo que se espera y otros viven una vida larga. A todos nos llegará el día del encuentro con Dios. Pero no por ello vamos a dejar de vivir. Cristo nos invita a la vida, nos invita al coraje de vivir con Dios.

«El Señor es rey, ÉL afianzó el orbe, y no se moverá; ÉL gobierna a los pueblos rectamente.»  Sal 95

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