Cuentan que un joven paseaba una vez por una ciudad desconocida, cuando, de pronto, se encontró con un comercio sobre cuya marquesina se leía un extraño rótulo: "La Felicidad". Al entrar descubrió que, tras los mostradores, quienes despachaban eran ángeles. Y, medio asustado, se acercó a uno de ellos y le preguntó.
- "Por favor, ¿qué venden aquí ustedes?"
- "¿Aquí? -respondió el ángel-. Aquí vendemos semillas para ser cultivadas, absolutamente de todo".
"¡Ah! - dijo asombrado el joven -.
Sírvanme entonces el fin de todas las guerras del mundo; muchas toneladas de amor entre las personas; un gran bidón de comprensión entre las familias; más tiempo de los padres para jugar con sus hijos..."
Y así prosiguió hasta que el ángel, muy respetuoso, le cortó la palabra y le dijo:
"Perdone usted, señor. Creo que no me he explicado bien.
Aquí no vendemos frutos, sino semillas."
Web católico de Javier: http://webcatolicodejavier. org/solosemillas.html
Como en la agricultura, en la vida cosechamos lo que sembramos.
Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? Mateo 6:30
"Confía en Yahvéh de todo corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia." Prov 3,5.
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