miércoles, 10 de octubre de 2018

La historia de Gennet en el cine




Hace un año conocimos en es­tas páginas a Gennet, la niña sordociega etíope. Entonces se estaba rodando la película Me llamo Gennet. Hoy ya es una realidad y su trái-ler lo podemos ver en: https://vimeo. com/264589873/c01efadded/.
Gennet, después de varios años en Es­paña, donde aprendió a comunicarse con el lenguaje de signos, volvió a Etiopía con Carmen Corcuera, su madre adopti­va, a visitar el orfanato de la Misioneras de la Caridad de Addis Abeba en el que, tiempo atrás, se habían encontrado.
La casa era un lugar mísero y, en aque­lla época, las misioneras de la Madre Teresa de Calcuta estaban desbordadas de trabajo. Etiopía estaba viviendo unos momentos especialmente críticos: una re­volución marxista acababa de derrocar al viejo emperador Haile Selassie; una de­sastrosa sequía asolaba la nación con una hambruna descontrolada, y varias guerri­llas peleaban sin tregua contra el gobierno central. En esta situación tan calamitosa las hermanas cuidaban con todo esmero a los numerosos hambrientos, discapaci­tados y enfermos mentales que llegaban. Gennet formaba parte de los acogidos y, aunque privada de su vista y de su oído, su mente estaba bien despierta.
El año pasado, Gennet volvió de nue­vo a Etiopía para el rodaje de una película con la historia de su vida. La casa de las misioneras, aunque un poco reformada, está en el mismo sitio, y ellas continúan atendiendo con dedicación y entrega a aquellos que nadie quiere cargar. Algunos de ellos convivieron con Gennet hace 30 años. Ir a verlos sirve de meditación: físi­camente deformes hasta extremos impen­sables, mentalmente ausentes, moviendo rítmicamente su cuerpo o intentando darse con la cabeza contra la pared; nunca sa­bremos en qué mundo están o si su mente está en la tiniebla más absoluta. Ante este panorama confesamos nuestra fe humilde e inquebrantable en Dios, nuestro Padre, cuyos designios no siempre entendemos, pero sin el cual nada tiene sentido.
Gennet, con los cuidados de las Misio­neras de la Caridad, de su madre adoptiva y de otras personas de buena voluntad, ha logrado comunicarse con el mundo que le rodea, y da gracias a Dios por haber alcanzado metas que no podía imaginar. Hoy es la primera sordociega de Europa en obtener un título universitario, y ahora es profesora en una escuela de sordocie-gos enseñando lo que ha aprendido.

P. Juan González Núñez Misionero comboniano





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