Hace un año conocimos en estas páginas a Gennet, la niña sordociega etíope. Entonces se estaba rodando la película Me llamo Gennet. Hoy ya es una realidad y su trái-ler lo podemos ver en: https://vimeo. com/264589873/c01efadded/.
Gennet,
después de varios años en España, donde aprendió a comunicarse con el lenguaje
de signos, volvió a Etiopía con Carmen Corcuera, su madre adoptiva, a visitar
el orfanato de la Misioneras de la Caridad de Addis Abeba en el que, tiempo
atrás, se habían encontrado.
La casa era un lugar mísero y, en aquella
época, las misioneras de la Madre Teresa de Calcuta estaban desbordadas de
trabajo. Etiopía estaba viviendo unos momentos especialmente críticos: una revolución
marxista acababa de derrocar al viejo emperador Haile Selassie; una desastrosa
sequía asolaba la nación con una hambruna descontrolada, y varias guerrillas
peleaban sin tregua contra el gobierno central. En esta situación tan
calamitosa las hermanas cuidaban con todo esmero a los numerosos hambrientos,
discapacitados y enfermos mentales que llegaban. Gennet formaba parte de los
acogidos y, aunque privada de su vista y de su oído, su mente estaba bien
despierta.
El año pasado, Gennet volvió de nuevo a
Etiopía para el rodaje de una película con la historia de su vida. La casa de
las misioneras, aunque un poco reformada, está en el mismo sitio, y ellas
continúan atendiendo con dedicación y entrega a aquellos que nadie quiere
cargar. Algunos de ellos convivieron con Gennet hace 30 años. Ir a verlos sirve
de meditación: físicamente deformes hasta extremos impensables, mentalmente
ausentes, moviendo rítmicamente su cuerpo o intentando darse con la cabeza
contra la pared; nunca sabremos en qué mundo están o si su mente está en la
tiniebla más absoluta. Ante este panorama confesamos nuestra fe humilde e
inquebrantable en Dios, nuestro Padre, cuyos designios no siempre entendemos,
pero sin el cual nada tiene sentido.
Gennet, con los cuidados de las Misioneras
de la Caridad, de su madre adoptiva y de otras personas de buena voluntad, ha
logrado comunicarse con el mundo que le rodea, y da gracias a Dios por haber
alcanzado metas que no podía imaginar. Hoy es la primera sordociega de Europa
en obtener un título universitario, y ahora es profesora en una escuela de
sordocie-gos enseñando lo que ha aprendido.
P. Juan González Núñez Misionero comboniano
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