jueves, 11 de octubre de 2018

No nos dejes caer en la tentación


El padrenuestro es la oración por antonomasia, pues en ella se evidencia lo que realmente significa rezar y que comprende unas actitudes que a menudo olvidamos.  Para orar lo primero es reconocer la paternidad/maternidad de Dios en nuestro ser y en nuestra vida y, en función de ello, como decía Santa Teresa de Jesús “tratar con Alguien que sé que me quiere”, a lo que podríamos añadir que me acepta y valora como soy de manera incondicional, que respeta mi libertad y siempre, siempre busca mi bien y debo estarle, en este sentido, siempre agradecido.

En segundo lugar no es solo hablar, sino también saber escuchar, algo que muchas veces pareciera, no estamos acostumbrados ni tan siquiera con nuestros semejantes. La oración es la expresión más genuina del encuentro que es siempre la Fe, un encuentro de corazón a corazón.

En tercer lugar, y no menos importante, es la actitud de servicio: orar no es ni mucho menos descargar en Dios mis problemas y preocupaciones, aunque a veces haga falta el desahogo como hacemos con nuestros padres o amigos, sino sobre todo ponernos a disposición de Dios: el cristiano se constituye en las manos y el corazón de Dios ante nuestros hermanos los hombres para construir el Reino.

Y quizá finalmente, aunque caben muchas más cosas, reconocerle como el Señor de mi vida, aceptar su voluntad por incomprensible que nos parezca, confiarnos a su Amor y no dejarnos llevar por las múltiples tentaciones que nos rodean y que, lejos de darnos la felicidad, nos esclavizan.

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