domingo, 9 de diciembre de 2018

Una casa sobre roca.



Toda relación que se preste sana, ha de empezar a construirse sobre cimientos sólidos. Aquellas que emprendemos con nosotros mismos, con Dios y con los demás necesita de una casa construida sobre la solidez de buenos cimientos.
Nada puede mediar de interés egoísta cuando emprendemos un camino de relación. Nuestra relación con Dios no está al albor de cuanto nos concede sino del tiempo que dedicamos a la oración. Lo que conceda o no está en la libertad de Dios. La relación con uno mismo está al servicio del crecimiento personal. Se necesita escuchar todo cuanto nos sucede, lo que necesitamos y hacer una apuesta por el coraje de vivir. La relación con los demás necesita de una mirada sólida para identificar en mi camino de encuentro a quién tengo delante, cuáles son sus necesidades, con qué se identifica, cuál es su amor y su razón de vivir, y cuál es la esperanza a la que se siente llamado.

Construir sobre roca, como dice Jesús en el Evangelio identifica a la persona prudente. Y la prudencia se basa en la escucha, por un lado, y en la obediencia por otro. La obediencia debida a Dios para cumplir su voluntad, la obediencia debida a los hermanos para comprender sus necesidades, y la obediencia debida a nosotros mismos para comprender qué es lo que nos sucede.

Pidamos a Dios que en este tiempo de espera estemos atentos a las necesidades de los demás, sepamos mirar e identificar lo que oprime a mis hermanos, y emprender un camino juntos hacia la liberación que Dios nos propone en su hijo Jesucristo, el esperado por los pueblos.

"Como el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos."  Mateo 20:28

La vida es como un partido de tenis: ¡No Puedes ganar si no "sirves" bien!.
Recordemos, Jesús lo dio todo. Él es nuestro ejemplo.

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