viernes, 14 de diciembre de 2018

Gozo


Lectura del santo evangelio según san Mateo 18,12-14
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: « ¿Qué os parece? Suponed que un hombre tiene cien ovejas: si una se le pierde, ¿no deja las noventa y nueve en el monte y va en busca de la perdida? Y si la encuentra, os aseguro que se alegra más por ella que por las noventa y nueve que no se habían extraviado. Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños.»


Toda la Palabra destila alegría, júbilo, gozo por la liberación y el nuevo comienzo que Dios propone. Tras el pecado, aparece la misericordia; y tras el destierro, un regreso hacia la tierra que mana leche y miel.

También nosotros podemos estar en un destierro, en un "castigo" por el pecado, que no es tal, sino la consecuencia de habernos alejado de lo que Dios quiere de nosotros como reza el dicho: "en el pecado va la penitencia". Hoy se nos propone el regreso, y se nos facilita el retorno. Todo lo que tenemos que hacer es ponernos en marcha, y Dios mismo saldrá a nuestro encuentro.

En el Evangelio Jesús nos pide nuestra opinión, ante la actitud del pastor que "abandona" las noventa y nueve ovejas y va en busca de la perdida. En muchas ocasiones nos hemos visto en la situación de "oveja perdida", a la que el pastor ama tanto que no descansa hasta encontrarla y devolverla al redil.

Pero en otras ocasiones nos hemos visto entre las noventa y nueve, esperando que el pastor vuelva con la que se perdió. ¿Qué hacemos mientras Él la busca? Esperar. Esperar que su amor y su desvelo den fruto.

Esperar con la confianza de que si un día nosotros necesitamos ese desvelo y ese amor, lo vamos a tener. También desinteresadamente y también con la alegría del encuentro.

Si todos los miembros de la Iglesia formamos un solo rebaño, desearemos que ninguno se pierda. Es más, desearemos que nuestra gran familia siga creciendo con las "ovejas extraviadas" que van llegando a hombros del Buen Pastor. Y nos alegraremos con él.

¿En qué exilio me encuentro, del que se me invita a regresar?

Hoy, ¿Me encuentro en la situación de "oveja perdida" o entre las ovejas que esperan a que el pastor vuelva con la que se perdió?
¿Me alegro de su regreso?
 Toda la Palabra destila alegría, júbilo, gozo por la liberación y el nuevo comienzo que Dios propone. Tras el pecado, aparece la misericordia; y tras el destierro, un regreso hacia la tierra que mana leche y miel.

También nosotros podemos estar en un destierro, en un "castigo" por el pecado, que no es tal, sino la consecuencia de habernos alejado de lo que Dios quiere de nosotros como reza el dicho: "en el pecado va la penitencia". Hoy se nos propone el regreso, y se nos facilita el retorno. Todo lo que tenemos que hacer es ponernos en marcha, y Dios mismo saldrá a nuestro encuentro.

En el Evangelio Jesús nos pide nuestra opinión, ante la actitud del pastor que "abandona" las noventa y nueve ovejas y va en busca de la perdida. En muchas ocasiones nos hemos visto en la situación de "oveja perdida", a la que el pastor ama tanto que no descansa hasta encontrarla y devolverla al redil.

Pero en otras ocasiones nos hemos visto entre las noventa y nueve, esperando que el pastor vuelva con la que se perdió. ¿Qué hacemos mientras Él la busca? Esperar. Esperar que su amor y su desvelo den fruto.

Esperar con la confianza de que si un día nosotros necesitamos ese desvelo y ese amor, lo vamos a tener. También desinteresadamente y también con la alegría del encuentro.

Si todos los miembros de la Iglesia formamos un solo rebaño, desearemos que ninguno se pierda. Es más, desearemos que nuestra gran familia siga creciendo con las "ovejas extraviadas" que van llegando a hombros del Buen Pastor. Y nos alegraremos con él.

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