sábado, 15 de diciembre de 2018

El Señor nos guía por el camino de la salvación.

La lectura del profeta Isaías nos coloca al final de las profecías escritas en Babilonia antes de la conquista del rey Ciro de Persia y la caída de la ciudad. Se anuncia el retorno de los exiliados judíos de nuevo a Israel y la urgencia de reforzar la fe en Yahvé, que siempre cuida y protege al Pueblo.

Dios es quien enseña los rectos caminos y trae la prosperidad al que sigue sus mandatos. Escuchar y ser fieles a Yahvé significa recibir la paz y la justicia, multiplicar tu progenie “como los vástagos de tus entrañas” y no ser aniquilado ni destruido. Una experiencia cercana y comprensible que han vivido con los babilonios masacrados por Ciro por resistirse al conquistador.

Así el que se aleja de la enseñanza de Dios pierde sus bendiciones y se encierra en su soledad. Dios que salva a su Pueblo de la esclavitud de Babilonia no lo deja de la mano. Lo guiará de nuevo por los caminos de la verdad, la justicia y la santidad; les dará la felicidad y la alegría de sentir de nuevo su presencia y su fidelidad; renovará la Alianza de tenerlos como su Pueblo elegido.

Dios está siempre a la espera, pendiente de nuestra respuesta de fe. Llegar a sentir esta presencia profunda y gratificante de Dios es realizar la espiritualidad tal como la vivieron los santos místicos, llenando su alma en el amor que “ni cansa ni se cansa” que decía S. Juan de la Cruz.

¿Vivimos el mensaje del evangelio con ilusión y comprometidos con el estilo de Jesús, pendientes de la voluntad del Padre que se cumple en el amor a los necesitados?
Pongamos toda nuestra vida en la presencia de Dios que siempre está a nuestro lado.

«Yo, el Señor, tu Dios, el que te enseña para tu bien, te guío por el camino que debes seguir, te instruyo en lo que es provechoso Isaías 48

No hay comentarios:

Publicar un comentario