viernes, 11 de enero de 2019

Maestra, dibújame a Dios

Una tarde de junio, con un grupo de niños pequeños, en la playa, jugábamos a dibujar con el dedo lo que los niños pedían: leones, flores, dragones, princesas… Pero un niño, al preguntarle: “¿Qué quieres que te dibuje?”, respondió: “Maestra, dibújame a Dios”. Se hizo un silencio expectante en el pequeño grupo, yo miré a mi compañera intrigada con lo que haría. Y ella, con mucha seguridad, dibujó un corazón. Todos sonrieron y ninguno se extrañó. “Dios es amor”. Parece evidente, pero quizás no sea lo primero que se nos ocurre al definir o intentar representar a Dios.
 

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