miércoles, 19 de septiembre de 2018

Lo que Dios no hará por ti.



Un hombre llegó a visitar al cura del pueblo. El cura tenía fama de ser un hombre de Dios, firme en sus creencias y con un gran sentido común. Por ello, cuando los lugareños tenían algún problema, acudían a él. Y de acuerdo a lo que ellos contaban, siempre había sabiduría en sus palabras. El hombre entró y saludó al anciano. “Padre, tengo tanta confianza en Dios que he dejado suelto mi caballo ahí afuera, porque estoy convencido que Dios protege los intereses de los hijos que le aman”. “¡Pues sal afuera y ata tu caballo, estúpido!”, le dijo el cura.

 “Dios no puede ocuparse de hacer en tu lugar lo que eres perfectamente capaz de hacer por ti mismo”.

Esta anécdota pone en evidencia a aquellos que no se conforman con que Dios les dé la capacidad de trabajar y la oportunidad de hacerlo, quieren además que les dé las cosas hechas. Og Mandino, el famoso escritor ya fallecido, cuando presentó su conferencia en la Ciudad de Monterrey, en México, dijo que deberíamos orar pidiendo a Dios tan solo la oportunidad de hacer aquello que somos capaces de hacer. “Al fin y al cabo es nuestro Dios, no nuestro sirviente”, añadió. Yo, que era su orador asociado por aquel entonces, comprendí que esa forma de pensar del Sr. Mandino, era la razón por la que era un escritor tan prolífico como exitoso. La sabiduría popular consagra un dicho en esta misma dirección: “A Dios rogando, y con el mazo dando”. En otras palabras, no debes esperar a que Dios haga por ti, lo que tú puedes hacer por ti mismo.

 Puedes claro, pedir sabiduría para determinar tus metas, para tomar las mejores decisiones, y fuerza para poder trabajar hasta convertirlas en realidad, pero debes ser tú quien realice la tarea. Ya lo dijo Samuel Weiss, refiriéndose a la forma de tener éxito marcando y fijando metas personales: “Dios nos concedió algo de su poder creador cuando nos dio imaginación para ver como quisiéramos que fueran las cosas, y luego capacidad de trabajo para convertir en realidad, aquello que fuimos capaces de imaginar”.

LO NEGATIVO: Pedir a Dios que nos conceda la prosperidad, pero no estar dispuestos a trabajar por ella.

LO POSITIVO: Comprender que Dios no se ocupará en hacer por nosotros, lo que nosotros somos perfectamente capaces de hacer por nosotros mismos. Agradecerle a Dios esa oportunidad.

PorEmilio antamaríaS

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