jueves, 27 de septiembre de 2018

¿Cuánto dinero realmente necesitamos?



Entre los fascinantes relatos de la mitología griega, hay uno que destaca por la enorme lección que implica: el relato del rey Midas.
En pocas palabras, esta es la historia:
Cuando Dionisio preguntó al rey de Midas que era lo que más quería en el mundo, éste no dudó y respondió: — ¡Que todo cuanto toque se convierta en oro! Y los dioses del Olimpo le concedieron su deseo. Loco de alegría tomó la hoja de un árbol y vio maravillado como ésta se convertía en el precioso metal. Feliz recorrió entonces el huerto. Naranjas, arbustos, plantas, todo se convertía en oro con un simple toque de sus manos. Cansado al fin, regresó a casa. Tenía hambre así que pidió algo de comer. Pero aquella pierna de ternera también se convirtió en oro antes de llegar a su boca. Tomó un pedazo de pan, pero éste también se convirtió en oro. Desesperado se puso de pie y llorando abrazó a su hija y la besó, solo para ver horrorizado como también ella se convertía en oro. Comprendió entonces lo necio que había sido. Entendió al fin que si bien el oro es bueno y deseable, puede ser también una maldición si lo es todo en la vida.

La verdadera lección, estimo yo, está en el hecho de que el dinero debe ser un medio para lograr las cosas que anhelamos, y nunca un fin en sí mismo.

¿Otro ejemplo? Cuando un grupo de náufragos fue rescatado después de pasar hambre, frío y sed por más de diez días, declararon:
 “Hemos comprendido que si uno tiene suficiente comida, agua y abrigo, no tiene por qué quejarse”.
Si lo pensamos bien, ni usted ni yo podemos ponernos más de una camisa y un pantalón al mismo tiempo. Ni podemos dormir en dos camas a la vez, ni comer la comida de varios días al mismo tiempo.
Y no crea que yo tenga nada en absoluto contra el dinero. No creo que haya en él nada de sucio o de malo, salvo quizá la forma como algunos tratan de obtenerlo o la forma como algunos lo utilizan.

Pienso que el dinero honestamente ganado y sensatamente gastado, es una verdadera bendición en las manos en que esté. David J. Sutton tenía razón cuando dijo:
“Un hombre sensato será el dueño de su fortuna, un loco será su esclavo”.

Por Emilio Santamaría S.:

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