viernes, 24 de agosto de 2018

¿Morirse a carcajadas?


Cuando al escritor Norman Cousins le explicó el doctor que su enfermedad era incurable, y que tendría solamente unos seis meses de vida, decidió que esperaría la muerte a carcajadas. Así que empezó viendo películas cómicas. Pasaron los seis meses y mucho más, y él seguía muerto de la risa. Como se sentía mejor, buscó información médica sobre los efectos biológicos del buen humor y acabó promoviendo el tema.

Vivió 26 años más, y escribió su extraordinaria experiencia en The biology of hope.

La Universidad de California, en Los Ángeles, ha creado un centro de investigación sobre el efecto clínico de la risa, que lleva su nombre: “Norman Cousins”. Hoy sabemos que para sentirnos mejor el humor debe formar parte de nuestra vida diaria. Los memes en WhatsApp son un excelente ejemplo de ello.

He visto gente literalmente soltar la carcajada al ver algunos de ellos. Videos, chistes escritos, caricaturas ingeniosas, forman parte de las redes sociales todos los días. Pero hay gente que se queja de ello pensando en que debería tomarse la vida más en serio, no con mal humor. Sin embargo, si usted se fija bien va a encontrar mal humor por todos lados. Creo que es hasta un problema de salud pública. Suele ser la respuesta a situaciones frustrantes, a problemas que sufrimos y las autoridades deberían resolver frente a tantas injusticias que encontramos. Así la gente se pone de un crónico mal humor y acaba siendo un foco de infección que predispone al disgusto en el hogar y en el trabajo.

Yo creo en el buen humor, y el caso de Norman Cousins me da la razón. Pienso que el poder reírnos, haciendo chistes hasta de nuestros problemas cotidianos contribuye a nuestro bienestar, a nuestra salud y nos da hasta años de vida. Recuerdo por ejemplo un video muy difundido, donde un hombre sube a un vagón del tren subterráneo, creo que en Nueva York. Mira algo en su celular y empieza a reírse muy fuerte. Los demás con caras serias se extrañan, pero la risa empieza a contagiarlos y primero sonríen tímidamente para después soltarse en carcajadas. La risa parece ser contagiosa ¿Se dejará contagiar usted también?

Por Emilio Santamaría S.

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