Toda la vida de Cristo es una
oblación libre al Padre para dar cumplimiento a su designio de salvación. Él da
«su vida como rescate por muchos» (Mc 10, 45), y así reconcilia a toda
la humanidad con Dios. Su sufrimiento y su muerte manifiestan cómo su humanidad
fue el instrumento libre y perfecto del Amor divino, que quiere la salvación de
todos los hombres. (Compendio 119)
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