Una Navidad cuando no utilizaba el andador, estaba en el
Corte Ingles; estaba lleno de gente y andaba con cuidado para no atropellar a
nadie, iba solo por el departamento de juguetes, ¡imaginaros! De pronto aparece
de la nada un niño de 6 añitos: se me planta delante, casi me tira, y me dice
con toda su inocencia: “Oiga usted, ¿usted es un robot de verdad?” a esto su
madre se da cuenta, y lo quita del medio, se va. Y allí estoy, muerto de risa,
solo, en medio de la gente que me mira no sabiendo porque me reía. Yo pesando
lo que dirían de mi: “el pobre, riendo delante del muñeco”. Claro, mientra mas
lo pensaba, mas me reía; hasta que poco a poco me controlé. ¿Os imagináis lo
que hice cuando llegué a casa?
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