Antes
la asociación de parálisis donde trabajaba estaba situada en un edificio anexo
del Hospital Civil, y al lado estaba una unidad de residencia de psiquiatría.
Un día a la hora de salir mis compañeros y yo nos marchábamos cuando oí a un
hombre que gritaba: ¡que se escapa el loco!”. Todos nos paramos para ver que
pasaba: para nuestra sorpresa y regocijo el loco era yo... imagínate las risas
de todos y el bochorno que tuvo que pasar aquel hombre.
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