Mi vocación misionera nació cuando estaba en el
prenoviciado salesiano en Perú, gracias a la proyección de un vídeo sobre el
salesiano Luis Bolla y su misión entre los indígenas achuar de la Amazonia
peruana. Me tocó el corazón y no pude sacar de mi mente el deseo de ir algún
día a trabajar en medio de los más necesitados. Durante el noviciado manifesté
el deseo de ser enviado a la misión ad gentes al entonces Regional, que es
nuestro actual Rector Mayor. El me dijo que debía terminar los estudios
filosóficos para tener alguna respuesta respecto a mi deseo.
En el año 2001 me enviaron, ¡unto a cuatro
misioneros, a fundar la primera comunidad salesiana en la Amazonia peruana para
trabajar entre los indígenas de siete tribus. Mi sueño se estaba haciendo
realidad. Hice la mitad del tirocinio entre los indígenas y luego fui
trasladado a Lima para trabajar entre los chicos de la calle. Después de
terminar la teología expresé nuevamente el deseo de ir a las misiones ad gentes, ad extra y en 2010 tuve la respuesta cuando estaba
trabajando ya como sacerdote entre los indígenas de la amazonia.
El destino fue formar parte del Proyecto Europa. Fui enviado a Irlanda y después a
Génova-Sampierdarena para trabajar en medio de los inmigrantes
latinoamericanos. Encontré las dificultades del choque cultural: el idioma, las
relaciones fraternas, la forma de ver el carisma salesiano desde un mundo
secularizado y secularista, la dificultad de poder integrar fe y vida,
etcétera, pero el Curso para los Nuevos Misioneros me fue muy útil porque se
nos anticiparon todas las dificultades que podríamos encontrar.
Algunos me preguntan: "Necesitamos
misioneros en Perú, ¿por qué ir como misionero entre los inmigrantes latinos en
Europa?". Mi respuesta en este sentido es que una de las tareas
principales de los primeros misioneros salesianos fue el encargarse de los migrantes
italianos en América. Hoy mi primer trabajo es encargarme de los migrantes
latinos en Genova, que tanto han esperado la presencia de un sacerdote
latinoamericano.
Sé que en mi país hay mucha pobreza y yo la he
vivido, pero aquí también hay una necesidad enorme de los migrantes latinos de
poder reencontrarse con su cultura, ser consolados y escuchados en estos
tiempos de crisis en todos los niveles: económico, social, político, cultural y
religioso. Por eso no me cansaré de dar gracias a Dios por conducir mi vida
según sus deseos. ■
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