viernes, 28 de septiembre de 2012

El viejo samurai


            Cerca de Tokio vivía un gran samurai, ya anciano, que se dedicaba a enseñar a los jóvenes. A pesar de su edad corrí la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario. Cierta tarde, un guerrero conocido por su falta de escrúpulos apareció por allí. Era fámoso por utilizar la técnica de la provocación: esperaba a que su adversario hiciera el primer movimiento y, dotado de una inteligencia privilegiada para reparar en los errores cometidos, contaatacaba con velocidad fulminante. El joven e impaciente guerrero jamás había perdido una lucha. Conocía la reputación del samurai y fue hasta allí para derrotarlo y aumentar su fama.

            Todos los estudiantes se manifestaron en contra de la idea, pero el viejo aceptó el desafío. Juntos, todos se dirigieron a la plaza de la ciudad el joven empezó a insultar al anciano maestro. Arrojo algunas piedras en su dirección, le escupió en la cara, le gritó todos los insultos conocidos ofendiendo incluso a sus ancestros.

Durante horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo permaneció impasible. Al final de la tarde, sintiéndose ya exhausto y humillado, el impetuoso guerrero se retiró. Desilusionados por el hecho de que el maestro aceptara tantos insultos y provocaciones, los alumnos le preguntaron: ¿cómo pudiste maestro, soportar tanta indignidad?, ¿por qué no usaste tu espada aún sabiendo que no podrías perder la lucha, en vez de mostrarte cobarde delante de todos nosotros?.

El anciano samurai respondió: Si alguien llega hasta ustedes con un regalo y ustedes no aceptan, ¿a quién pertenece el obsequio?. A quien intentó entregarlo, respondió uno de los alumnos. Lo mismo vale para la envidia, la rabia y los insultos dijo el maestro. Cuando no se aceptan, continúan perteneciendo a quien los llevaba consigo. 

“La blanda respuesta quita la ira, más la palabra áspera sube el furor” Proverbio 15, 1
“El que tarda en airarse es grande de entendimiento; mas el impaciente de espíritu enaltece la necedad” Proverbio 14, 29

Ecos de Africa sep / oct 2012

martes, 25 de septiembre de 2012

ORA LUCHA CONFÍA (3)


3. LUCHA

     Vamos a ver lo que pasa por la mente de Juan: en primer lugar le da pereza, pues es muy "pesado" el comprometerse, mejor sé esta en casa, que en juicio, y lo segundo: tener que afrontar las molestias; Tener que ir, hablar ante el juez, contestar a preguntas poco claras, etc. Pues bien, es lo primero que nos hemos comprometido: A luchar con los niños y jóvenes. No seria militante el que pudiera ir a su centro, se queda en casa viendo la tele. Seria un cara dura, recolector‑de‑titulitis para "ganarse" el Cielo; Y la segunda reacción de Juan es dejarse llevar en su declaración por lo más fácil, no diciendo lo que ocurrió, sino lo que quieren que diga.

     Tenemos que superarnos a nosotros mismos, de hacernos violencia. Ver clara nuestra escala de valores, y donde ocupa nuestro apostolado. Hemos dicho un sí voluntario.

     ¡No! Tenemos que sacudir nuestra pereza, mi egoísmo, y de vez en cuando tener presente las finalidades del MAC.

     1/ Vivir y predicar el evangelio, asumiendo las Bienaven­turanzas y los consejos evangélicos: Sabemos que no llegamos a cumplirlo, pero ¿esa es razón para dejar de lado, no revisarnos?, ¿Tenemos miedo?.

     2/ Dedicación a niños y jóvenes más pobres: pero ¿a qué llamamos pobreza?, ¿Solo a lo referido al dinero?, y el niño con SIDA o con cáncer, leucemicos, etc ¿los marginamos? (Visión de campos de acción mas allá de lo que hacemos).

     3/ Vivir la sencillez de espíritu tomando a María como modelo: ¿no es verdad que algunas veces tenemos el "tarro" comido?.

     4/ Encarnándonos en los problemas de los demás: ¿sabemos escuchar a los demás?, ¿O después de escuchar un problema de un hermano nos olvidamos?.

     Tenemos que luchar en todos los sentidos: tanto en el interior, como en la acción. No tiene sentido que nos quedemos parados, sin hacer nada,  con nuestros propios problemas, que, porque no, a veces gordos, nos achicamos y no sabemos salir de ellos, nuestro movimiento es de acción, y esta acción significa lucha.

     La lucha no es solamente de cara a los demás, sino hacia nosotros mismo: contra el pecado, aquí cada uno sabrá por donde tiene que ir; contra sus miserias, corregir nuestros defectos, con paciencia; Potenciar nuestras posibilidades, no cayendo en vanagloria, sino poniéndolo al servicio de los demás.

     Pero la lucha no se trata de ponernos en candelero, decir "mas que yo, ninguno" y enseñar los méritos. Se trata de luchar para estar al servicio de los demás: mi Movimiento, mis compañeros del trabajo o de estudio, de mi vecina de abajo que es tan pesada; y con amor. Seria muy cómodo ser cristiano cuando estamos en los salones o una reunión de lo que sea, pero en donde se nos tiene que notar es en la calle, que sientan un "algo" especial, pero sobre todo en nuestro trabajo, que es en donde nos movemos mas horas diarias, allí es donde podemos lucha para que seamos luz entre las tinieblas. En los pequeños detalle: el compañero mas aislado, o el que tiene problemas, o acoger a uno nuevo.  Leemos 1 Co 13,4‑7 cambiando la palabra caridad por lucha.

     También se puede dar el caso que tengamos un trabajo contrario a nuestras inquietudes. Ej. Una trabajadora social que debe aconsejar algo de planificación familiar, se va a encontrar en casos de aborto o vasectomía, que para unos cristianos son cosas muy graves, o un camarero que descubre al dueño vendiendo droga, y muchos casos en que nos debemos plantear si es licito seguir trabajando o no. Si es una cosa accidental o no la es, etc.

ORA LUCHA CONFÍA (4)

Viene de http://granodearena-m.blogspot.com.es/2012/09/ora-lucha-confia-3.html

4. CONFÍA

     Hemos visto a nuestro Juan como es testigo de un accidente de moto, ir a juicio y decir lo que ha visto; al regresar a casa esta contento porque sabe que ha hecho todo lo que he podido y tiene la conciencia tranquila.

     Es lo que tenemos que llegar a sentirnos cuando nos acostar­nos: de saber que hoy hemos hecho algo a favor del Reino, ¿y para que, si mañana no lo veo?. Eso no importa: no estamos aquí ver los frutos. Estamos para transmitir la buena nueva a los niños y jóvenes y basta: que nos falla un niño, pues seguro que vienen otros; y un equipo, no te preocupes, forma otro. Lo importantes son dos cosas: no desesperarse, y saber en que se ha fallado, si es que has fallado.

     Cuando María se le apareció un ángel cuando estaba en oración se puso en manos de Señor: "hágase Tu voluntad". Nosotros no tenemos la confianza que tuvo Ella, pero si podemos imitarla: Si hemos dicho que si a una serie de "compromiso", pues si somos consecuentes con ello, tendremos que decir que no a la comodidad, por ejemplo, nos hemos de confiar a nuestro Movimiento y ponernos a su servicio, no importa si lo veo o no. ¿Acaso María sabia lo que implicaba ser la Madre del Salvador?.

     La confianza implica una obediencia, pues si no obedecemos ello quiere decir que pensamos que se equivoca, entonces ya no confiamos. Si obedecemos al movimiento y a la Iglesia es signo que estaremos en sus manos. Cuando cantamos que queremos se arcilla entre sus manos, decimos "hágase en mi tu voluntad".

     También hay que confiar en nuestras cualidades, no te achiques, ya que Dios nos a puesto unos talentos a nuestra disposición. Y no que hay que desaprovecharlos, no debemos. Pero algunos no sepamos llevar nuestros talentos... Como hemos dicho antes, pongamos nuestra persona, aunque creamos que sirvamos para nada, a nuestro movimiento que seguro que tienen una función para nosotros.

     Tenemos que confiar en alguien que nos guíe, nos aconseje, y nos arrope cuando tenemos momentos de confusión, no es bueno en quedarse aislado en momentos de vacilación. Nos ponemos en contacto con alguien que tengamos confianza y, por supuesto, tenga las ideas claras. Difícilmente nos puede ayudar una persona de fuera del Movimiento en una cuestión de él.

     Una señal de la confianza es la alegría, pues es un hombre despreocupado, capaz de transmitir optimismo ante las dificultades. Un cristiano que va por la vida intranquilo por causa de los bienes materiales, no puede dar un buen testimonio porque transmite inquietud por un segundo dios. Si bien Dios no quiere que seamos mendigos.     Hemos visto a nuestro Juan como es testigo de un accidente de moto, ir a juicio y decir lo que ha visto; al regresar a casa esta contento porque sabe que ha hecho todo lo que he podido y tiene la conciencia tranquila.

     Es lo que tenemos que llegar a sentirnos cuando nos acostar­nos: de saber que hoy hemos hecho algo a favor del Reino, ¿y para que, si mañana no lo veo?. Eso no importa: no estamos aquí ver los frutos. Estamos para transmitir la buena nueva a los niños y jóvenes y basta: que nos falla un niño, pues seguro que vienen otros; y un equipo, no te preocupes, forma otro. Lo importantes son dos cosas: no desesperarse, y saber en que se ha fallado, si es que has fallado.

     Cuando María se le apareció un ángel cuando estaba en oración se puso en manos de Señor: "hágase Tu voluntad". Nosotros no tenemos la confianza que tuvo Ella, pero si podemos imitarla: Si hemos dicho que si a una serie de "compromiso", pues si somos consecuentes con ello, tendremos que decir que no a la comodidad, por ejemplo, nos hemos de confiar a nuestro Movimiento y ponernos a su servicio, no importa si lo veo o no. ¿Acaso María sabia lo que implicaba ser la Madre del Salvador?.

     La confianza implica una obediencia, pues si no obedecemos ello quiere decir que pensamos que se equivoca, entonces ya no confiamos. Si obedecemos al movimiento y a la Iglesia es signo que estaremos en sus manos. Cuando cantamos que queremos se arcilla entre sus manos, decimos "hágase en mi tu voluntad".

     También hay que confiar en nuestras cualidades, no te achiques, ya que Dios nos a puesto unos talentos a nuestra disposición. Y no que hay que desaprovecharlos, no debemos. Pero algunos no sepamos llevar nuestros talentos... Como hemos dicho antes, pongamos nuestra persona, aunque creamos que sirvamos para nada, a nuestro movimiento que seguro que tienen una función para nosotros.

     Tenemos que confiar en alguien que nos guíe, nos aconseje, y nos arrope cuando tenemos momentos de confusión, no es bueno en quedarse aislado en momentos de vacilación. Nos ponemos en contacto con alguien que tengamos confianza y, por supuesto, tenga las ideas claras. Difícilmente nos puede ayudar una persona de fuera del Movimiento en una cuestión de él.

     Una señal de la confianza es la alegría, pues es un hombre despreocupado, capaz de transmitir optimismo ante las dificultades. Un cristiano que va por la vida intranquilo por causa de los bienes materiales, no puede dar un buen testimonio porque transmite inquietud por un segundo dios. Si bien Dios no quiere que seamos mendigos.

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Accidentados


Un día 2 amigos y yo fuimos a un parque de atracciones en la periferia de Málaga; había bastante embotellamiento, en esto que el coche de delante freno un poco mas de la cuenta, y no tuvimos tiempo de    reaccionar: chocamos con él; simple arañazo, íbamos a 40. Pero al salir del coche los tres paralíticos por poco sufre un infarto pensando en que era a consecuencia del porrazo ¡¡menos mal que no existía el móvil!! . Se tranquilizó cuando saco los papeles del seguro.

sábado, 1 de septiembre de 2012

¡Al ladrón!



Saliendo del portal de mi casa hay un cajero automático exterior, es decir, en la acera.
Un día ví a una chica de unos 20 años, era joven, estaba sacando dinero, y pasé con mi andador ya camino del portal. No debió verme, estaba tan en sus cosas… Pase por detrás suya, y derepente sintió a alguien “raro” cerca de ella. La pobre se llevo un susto… dio un salto, pensó que era un maleante; al verme le dije que se tranquilizase, solo pasaba; cuando se dio cuenta de la situación se sonrió. Pasé sonriendo y me dijo perdón ¿perdón de que? Pero no iba a pararme, ella estaba con el dinero. Pasé y me metí en el portal.