miércoles, 11 de abril de 2012

María y la resurrección



El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.
Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo:
-«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto. »
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.
Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. (Jn 19,1-9)



En el pasaje dice que María Magdalena fue la primera en ir al sepulcro, y viendo que no estaba el cuerpo de Jesús corrió a decirselo a Pedro y Juan, fueron y Pedro entro el sepulcro. Aquí la gran ausente es su madre, María ¡que madre no estaría presente en estos acontecimientos! ¿Dónde estaba María mejor que en casa de su hijo?. “Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien el amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa. “ (Jn 19, 26-27).

No es difícil de suponer que Jesús Resucitado a la primera persona en aparecerse fue a su propia madre, de aquí la ausencia en este pasaje. ¡Cuantas cosas se dijeron! ¡los abrazos y besos amorosos entre hijo y madre!. Estos momentos pertenecen a la intimidad entre Madre e Hijo: nunca se podrá saber.



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