viernes, 13 de enero de 2017

12 VELAS PARA EL AÑO 2017


1. Esperanza para un mundo que se resiste a ser feliz. La esperanza se siembra allá donde un cristiano trabaja, vive y piensa.
2. Alegría para el hombre que sube y baja, trabaja y conquista montañas, pero al cual le cuesta sonreir. La alegría es sinónimo de un corazón sano y espiritual
3. Fortaleza para los momentos de dificultad. La nochevieja tiene un defecto: nos hace olvidar, por momentos, que “el día siguiente” existe. Las dificultades no pueden ser mayores, para un creyente, que la fe en Dios para hacerles frente.
4. Fe en Dios. El materialismo no da, por sí mismo, la felicidad al hombre. Nunca, el ser humano se ha visto tan envuelto en el oropel de la riqueza y, contradictoriamente, tan ansioso e inquieto
5. Paz con los que me rodean. O cambias el mundo (tu pequeño mundo allá donde estás) o el mundo te cambiará a ti. Decide.
6. Conformidad con lo que me acontece y tengo. Frente al afán de tener, uno vive más feliz, cuando disfruta de verdad con lo que tiene, no con aquello que nunca podrá alcanzar.
7. Ilusión por poner, en cada día del año que comienza, una piedra que vaya edificando algo que merezca la pena. Para nosotros y también para los demás.
8. Animo por empezar de nuevo el camino que dejamos inacabado en la consecución de nuestros proyectos, trabajos o ideales. Roma no se hizo en un día.
9. Constancia en aquello que nos deseamos en las primeras horas de este año. Un defecto que podemos tener es poner la primera piedra y olvidarnos de seguir levantando el hermoso edificio que puede ser estos 365 días
10. Limpieza de ese baúl de recuerdos ingratos y de trastos inservibles que, en el año viejo, nos han aportado pesimismo, desazón o inquietud. El corazón lo agradecerá.
11. Altruismo sano y divino para hacer más agradable la vida a los demás. Una vida sin sensación de “hacer algo por alguien” es como una tinaja que nunca conoció la frescura del agua.
12. Coherencia para vivir según lo que uno cree y no, desde aquellos postulados, que los listos de turno nos dictan. Dar testimonio de nuestra fe, vivirla y defenderla puede ser un claro síntoma de vivir lo que creemos.
Javier Leoz

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