lunes, 6 de junio de 2016

Cuando Dios creó a la mujer

Era el atardecer del último día de la creación y Dios trabajaba todavía. Los ángeles le con­templaban silenciosos, admirados de las maravilla que Dios había sabido hacer con la materia.

Un arcángel se le acercó lentamente y susurró: "Señor, se está haciendo tarde y has tra­bajado seis días seguidos. Todo ha salido bien, pero ahora, con la prisa, algo se podía estro­pear. Nosotros hemos preparado un Himno Coral invitando a la Creación a alabar y ben­decir tu Omnipotencia y tu sabiduría y tu amor".

Dios, empeñado en su obra y hablando consigo mismo, murmuraba: "Estas dos piernas delicadas soportarán días pesados de continuos quehaceres y noches, enteras sin descanso. Y estas manos tan finas y tan suaves limpiarán las cosas más inmundas, y medicarán las heridas más horribles, y prepararan alimentos exqui­sitos y prodigarán caricias para curar el dolor y el miedo, y para alejar senti­mientos de envidia y de venganza. Y estos labios sonrosados se cenarán en forma de corazón para besar y se exten­derán graciosos para sonreír y pronunciarán palabras de paz y de consuelo y de aliento y de esperanza. La voz misma de la mujer sonará con tonalidades y modulaciones inimitables en toda la creación".

  De repente el arcángel interrumpió: "¡Señor, tenemos un problema! Ya me parecía que la materia no iba a poder soportar la intensidad de las emociones espirituales. ¡Algo se ha fundido o se está denitiendo! ¡Mira, ahí aparece una gotera!".

  Y  Dios: "Es una lágrima. Es la forma inocente y silenciosa con la que la mujer expresa su compasión y su ternura, su pena y su alegría, su ilusión y su gratitud, su adoración y su amor..."

Dios se había conmovido viendo la lágrima que rodaba por la mejilla, y una segunda lágrima que temblaba en el remanso de los otros párpados. El arcángel, contemplando con estupor las dos lágrimas, murmuró: "¡Señor, cómo has podido fabricar una cosa tan miste­riosa y perfecta, y al mismo tiempo tan simple y transparente?".

  Y  Dios: "Yo he creado a la mujer. La mujer ha creado las lágrimas".

José María Blanco, SDB 
Misionero en Corea.

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