Qué sufriría nuestro Señor cuando exclama:
"Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?"
Lo único que se debe hacer es, en el silencio
y en la oración, esperar que Dios nos dé aquella luz
para conocer este beneficio de lo mucho que
nuestro Señor padeció por nosotros, y guardarlo en
nuestro corazón para que sea nuestro alimento diario.
Santa Angela de la Cruz
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