Juan Bosco, nacido en I Becchi, el 16 de agosto de 1815,
con nueve años tuvo una experiencia que marcó toda
su vida, un sueño que acompañó la que fue su misión
entre los jóvenes más necesitados y, por
consiguiente, el de la Congregación Salesiana.
Este sueño, registrado como el sueño
de los nueve años es descrito por el propio
Don Bosco en sus memorias.
Cuando tenía nueve años tuve un sueño... ¡Este sueño me acompañó a lo
largo de toda mi vida!
Me pareció estar en un lugar cerca de mi casa, era
como un gran patio de juego de la escuela. Había
muchos muchachos, algunos de ellos decían malas
palabras. Yo me lancé hacia ellos golpeándoles con
mis puños. Fue entonces cuando apareció un personaje
que me dijo: «No con puños, sino con amabilidad
vencerás a estos muchachos»
Yo tenía sólo nueve años. ¿Quién me estaba pidiendo
hacer algo imposible? Él me respondió: «Yo soy el Hijo
de Aquélla a quien tu madre te enseñó a saludar tres
veces al día. Mi nombre pregúntaselo a mi Madre». De repente
apareció una mujer de majestuosa presencia.
Yo estaba confundido. Él me llevó hacia Ella y me
tomó de la mano. Me di cuenta de que todos
los niños habían desaparecido y en su lugar
vi todo tipo de animales: perros, gatos, osos,
lobos... Ella me dijo: «Hazte humilde, fuerte
y robusto… y lo que tú ves que sucede a estos
animales, tú lo tendrás que hacer con mis hijos».
Miré alrededor y vi que los animales salvajes se habían
convertido en mansos corderos...
Yo no entendí nada… y pregunté a la Señora que me lo
explicara... Ella me dijo: «A su tiempo lo comprenderás
todo»
.Ese sueño que llevó a Don Bosco a dedicar su vida a los jóvenes
más pobres de Turín, hoy, en el siglo XXI, se expresa en las
palabras que el Rector Mayor nos dejaba en su Aguinaldo, un
mensaje que se escucha y se vive en más de 130 países: