Debido a la escalada de violencia, el 5 de diciembre familias enteras
empezaron a refugiarse en la casa salesiana de Galabadja desde primeras horas
de la mañana, cuando la ciudad sintió los primeros disparos de armas de
fuego. Muchas personas llegaron ya heridas pero Cruz Roja, debido a la falta
de combustible, no pudo llegar a la obra. Algunos heridos que fueron al
dispensario murieron a pesar de los intentos de los enfermeros. Al final del
primer día de miedo los refugiados eran ya 2.000, dispuestos a vivir en
condiciones sanitarias críticas con el fin de sentirse más protegidos.
Ese fin de semana los
refugiados de Galabadja llegaron a cerca de 8.000 personas; en Damala, la otra
obra salesiana presente en la capital, eran ya alrededor de 13.000 personas las
desplazadas que acogía el centro. Uno de los misioneros en la obra de Galabadja
aseguraba que "la llegada de las tropas francesas había sido recibida como
una verdadera liberación, pero también había atizado la ira de los bandidos,
que se hicieron con las calles y asesinaban con cuchillos para evitar el ruido
de las armas".
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