Así como Cristo ha resucitado verdaderamente de entre los muertos y vive
para siempre, así también Él resucitará a todos en el último día, con un cuerpo
incorruptible: «los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que
hayan hecho el mal, para la condenación» (
Jn 5, 29). (Compendio 204)
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