Había una vez un rey que quería ir de pesca.
Llamó a su pronosticador del tiempo y le preguntó el estado del mismo para las próximas horas. Éste lo tranquilizó diciéndole que podía ir tranquilo pues no llovería. Como la novia del monarca vivía cerca de donde éste iba a ir, se vistió con sus mejores galas. Ya en camino se encontró con un campesino montado en su burro quien al ver al rey le dijo: “Señor es mejor que vuelva pues va a llover muchísimo.” Por supuesto el rey siguió su camino pensando: “Que sabrá este tipo si tengo un especialista muy bien pagado que me dijo lo contrario. Mejor sigo adelante.” Y así lo hizo… y, por supuesto llovió torrencialmente. El rey se empapó y la novia se rió de él al verlo en ese estado. Furioso volvió a palacio y despidió a su empleado. Mandó llamar al campesino y le ofreció el puesto pero éste le dijo: “Señor, yo no entiendo nada de eso, pero si las orejas de mi borrico están caídas quiere decir que lloverá” Entonces el rey contrató al burro. |
sábado, 30 de noviembre de 2013
El Rey y los burros
martes, 26 de noviembre de 2013
Comunicado
Queridos lectores del blog
Últimamente estoy observando que ha disminuido las visitas, y
no sé el motivo.
Estoy pensando en cambiar la orientación, pero para ello
quisiera contar con vuestras opiniones ¿Qué falta? ¿Qué sobra? Decidme los
temas que mas os han interesado y, por supuesto, los que menos… se admiten
sugerencias.
Un blog debe ser un espacio libre entre vosotros, los
lectores, y yo pues si escribo para nadie no tendría objeto.
Por favor, escribid comentarios para que juntos podamos
hacer este blog más ameno.
Os lo agradezco
viernes, 22 de noviembre de 2013
¿quiénes son los niños de la calle?
Nos referimos a
aquellos que viven en las calles de una ciudad, privados de atención familiar y
de la protección de un adulto. Hoy que los sin techo vuelven a verse más en
las calles de nuestro propio país nos es más fácil imaginar el estilo de vida
de estos niños en muchos lugares del mundo. Edificios abandonados, estaciones
de tren, cajas de cartón o el duro suelo al amparo de los bajos de un coche o
un camión son sus dormitorios habituales, rincones donde se sienten
relativamente a salvo de agresiones y de la policía. Aun así, nos resulta
siempre difícil encontrar una definición precisa que pueda describir la enorme
casuística de historias, de circunstancias, de rostros englobados bajo un mismo
nombre, "Niños de la calle".
MS Nov. 2013
lunes, 18 de noviembre de 2013
TRUCOS DE BASE PARA ORAR.
.
Tenemos que
pensar en la oración, su importancia y como realizarla. Es bueno fijarnos en
los que decimos al rezar, porque nuestra oración nos muestra como somos
verdaderamente: lo que nos preocupa, de qué nos sentimos necesitados, qué
atención prestamos a los demás, si queremos cumplir la voluntad de Dios
anteponemos la nuestra, si damos gracias o solamente pedimos… la oración nos
muestra qué idea tenemos de Dios, pero también lo que pensamos sobre nosotros
mismos.
En el libro
del Eclesiástico leemos que los gritos
del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan. Es
decir, para orar verdaderamente siempre debemos reconocernos necesitados y darnos
cuenta de la distancia infinita que hay entre Dios y nosotros. Sin embargo, la
conciencia de nuestra pequeñez ante Dios no impide nuestra oración, sino que la
hace más eficaz. Así la Virgen, en el Magnificat señala que Dios ha mirado la humillación de su esclava.
Todos somos pobres y necesitamos a Dios. Solo Él puede saciar nuestro corazón y
hemos de acudir con confianza a Él. A veces pienso en los pobres que se me
acercan a pedir limosna y en el coraje que tienen para reconocer su indigencia.
Pienso que, en general, solo por eso, merecen ser atendidos. Cuando insisten,
veo que así debe ser nuestra oración.
David AMADO
FERNÁNDEZ
sábado, 16 de noviembre de 2013
Crisis de autoridad y permisivismo
El
psicólogo francés Daniel Marcelli observa
que actualmente algunos padres no pretenden tanto educar, en el sentido de
sacar fuera (ex ducere) el potencial del hijo
desde lo profundo de su ser, cuanto, más bien, atraer a sí (se-ducere) al hijo, complacerlo, saturar y prevenir cualquier
necesidad. Desorientados en su propia identidad, empantanados en una trama
emotiva, y temerosos de perder el afecto de los hijos terminan en una actitud
pasiva y permisiva.
Al permisivismo se llega desde la crisis de la autoridad;
y el permisivismo de los padres conduce como consecuencia inevitable a la
tiranía de los hijos. Es la tesis del libro de Aldo Naouri: Padres permisivos,
hijos tiranos, que relaciona la crisis
actual entre padres e hijos con la realidad política con la que se construyó
Europa en la primera mitad del siglo XX. Los países desarrollados estaban marcados
por las dictaduras y todo lo que tuviera que ver con autoridad sonaba a
autoritarismo. En este clima social, las nuevas generaciones llegaron a padres
con la teoría de la tolerancia. Según Naouri, las consecuencias están siendo
nefastas, porque esos niños a los que "nada se les impone" y a
quienes "se deja a expensas de sus deseos y pulsiones", no han
llegado a ser individuos más responsables y felices, sino que dan muestras de
angustia y egoísmo desde edades muy tempranas. En realidad, según Naouri, se
ha subvertido el principio de autoridad, de tal manera que son los padres los
sometidos al juicio de los hijos y quienes tienen que adoptar su sistema de
valores.
Realmente, si se desmonta la autoridad de los padres,
los papeles se confunden, llegando a la supremacía de los papas amiguetes, de las mamas cole-guis, rechazando
cualquier diferencia entre ellos y sus vastagos y ofreciéndoles un único credo
ultra-permisivo: ¡haz lo que te plazca! Y así, "esos adultos juveniles no
han preparado a sus crías para las tareas que les esperaban y, creyendo
alumbrar una humanidad nueva, han fabricado seres ansiosos, desamparados, a
menudo tentados por el conservadurismo a fin de compensar ese abandono" (P. Bruckner). En eso estriba el drama de las educaciones
demasiado liberales, sin prohibiciones ni límites, en que no son educaciones.
Boletín Salesiano.
septiembre 2013
sábado, 9 de noviembre de 2013
UN MINUSVALIDO POR LA CALLE.
(Este articulo lo escribí en los años 90)
Cuando voy por la calle me pasan cosas, unas
divertidas como el día en que un vagabundo se me cuadro en plan
"mili", y otras que lo son menos. Y de esas voy a hablaros hoy, no
tanto para los padres sino para los simpatizantes de AMAPPACE y personas
sensibilizadas con nuestro problema.
Todos los días, cuando salgo de trabajar, cojo el
autobús de línea hasta casa. Los conductores, a excepción de algunos, se
comportan muy bien, me conocen pues llevo seis años cogiendo el mismo, intentan
parar en la acera pues el último escalón es alto aunque este acostumbrado a
subirlos, siempre cuesta (y no soy el único). Todos me dejan bajar por delante.
Desde aquí les doy las gracias por esos detalles. Poro hay días que, por estar
mas cansado o por no subir bien hasta el dichoso último escalón, me cuesta
subir, fallo pero tras otro intento lo consigo fácilmente, la gente me ayuda, y
aquí viene el problema.
No es que no me guste que la gente me ayude, no, al
contrario; ahí se ve el grado de concienciación de los malagueños, sino en como
lo hacen: un día sin darme cuenta me encontré por los aires; estaba en brazos
de uno, y con la muleta envié por los aires la canceladura del bonobús. Podéis
imaginaros el bochorno que pase de verme en esta situación en medio del autobús
y él satisfecho en ayudarme; otro día me empujaron de detrás, o sea me cogieron
por el trasero, e incluso me tocaron donde no debían
A todos vosotros, simpatizantes y todos lo que me
estáis leyendo, os diría que no dudéis en ayudar, tanto a minusválidos como a
personas mayores, pero siempre con el mayor respeto. Preguntaros a vosotros
mismo "¿me gustaría que me ayudarán de esta forma?'. Muchas veces he oído
decir que nos enfadamos si nos ayudan. Pues no, por lo menos yo no, al revés.
Menos una vez que estaba cruzando la Avenida de Andalucía: me pararon en medio
de la avenida para preguntarme si necesitaba ayuda;; le debí echar una mirada!
Si quieres ayudarme, primero, no me pares en medio de la avenida, y segundo
cogerme del brazo y llevarme a mi ritmo hasta la acera, o si no sabéis como
agarrarme, reducid vuestro paso y haced señal a los conductores si se pone el
semáforo en verde, me darás mas confianza - ¿no os parece? -.
martes, 5 de noviembre de 2013
NUESTRAS ABUELAS
Una abuela es una mujer
que no tiene hijos: por eso quiere tanto los hijos de los otros.
Las abuelas no tienen nada que hacer. No tienen nada más que estar
ahí. Cuando nos llevan de paseo, andan despacio, sin machacar las hojas bonitas, ni las orugas. No dicen nunca: "¡mas deprisa!".
ahí. Cuando nos llevan de paseo, andan despacio, sin machacar las hojas bonitas, ni las orugas. No dicen nunca: "¡mas deprisa!".
Generalmente están
gordas, pero no demasiado, para poder hacer el nudo de nuestros zapatos. Saben
que siempre queremos otro trozo de pastel, u otro más gordo. Una abuela de
verdad no pega nunca un niño; se enfadan riéndose. Las abuelas llevan gafas y a
veces incluso pueden quitarse los dientes.
Cuando nos leen cuentos, no saltan nunca un trozo, y no tienen nada en
contra si les pedimos la misma historia varias veces. Las abuelas son los
únicos adultos que tienen siempre tiempo. No son tan frágiles como lo dicen,
incluso si se mueren más frecuentemente que nosotros.
Todo el mundo debería
procurar tener una abuela, sobre todo los que no tienen la tele.
Escrito por un niño de 8 años
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