Estábamos en clase solos y, como
es lógico, formábamos una escandalera tremenda -imaginaos a 30 adolescentes
solos-, de pronto abre la puerta una profesora y ve el panorama: “¿pasa aquí?
Todo el mundo castigado de pie”, no era como ahora que pueden hacer lo que les
da la gana; nos pusimos de pie y nos quedamos firmes delante de las mesas. No
sé cuanto tiempo paso, de pronto me dijo que me sentara y le dije que no, que
si mis compañeros no podían yo tampoco. No sé lo que debió pasar por su cabeza
pero el caso que recuerdo que me miro incrédula, y dijo: “en atención a Miguel
sentaos y poneros a estudiar”.
Tu solidaridad la conmovió y la hizo recapacitar. Muy bien.Un beso con todo mi respeto.Mºjosé
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