viernes, 15 de febrero de 2013

LA LEYENDA DEL MONAGUILLO


En un pequeño pueblo de Castílla había una iglesia con un monasterio de franciscanos en el cual vivían unos hermanos en el mas estricto silencio y recogimiento. Un día llego por allí un niño de unos 10 años, y al darse cuenta de su presencia le preguntaron por sus padres; les contó que se llamaba Luisín, que era huérfano, y estaba solo viviendo de lo que le daban de comer. Poco a poco los monjes le cogieron cariño; cada vez que aparecía aquel claustro se transformaba en un alegre patio. Le daban de comer un puchero caliente y a cambio, con la excusa de que hiciera algo por la comida,  le pidieron que se pusiera en la entrada de la iglesia con el cepillo  para recoger dinero.

El niño cogió confianza, y cada vez que llegaba tocaba una campana que les servía como avisador para tomarles el pelo. Aquel niño siempre hacia la misma pregunta: ¿Cuándo dura la eternidad? Y le contestaban que para Dios mil años duraba un día, y un día duraba mil años; los frailes le puso ejemplos, pero no entendía; y siempre acababa la discusión con un “venga, venga. Ponte en la puerta a recoger dinero sino no habrá puchero de fray Felipe”.

Un domingo después de Misa entro al claustro para dar el cepillo pero cual sería su sorpresa que no conocía a ningún fraile.

-¿Cómo te llamas?
-Luisin.
-¿y que haces aquí dentro?
-vengo a dar el cepillo a fray Domingo

-Aquí no hay nadie que se llame así
Luisin puso los ojos redondos de miedo, y empezó a corre  para tocar la campana para avisar, pero… ¿y la campana? No estaba.

-¿Dónde esta la campana?
-¿Qué campana? Aquí nunca habido una campana.

Se fue para la cocina chillando: “fray Felipe” pero no estaba, había uno nuevo. Con el escándalo toda la comunidad fue a la cocina para ver lo que pasaba. Un fraile anciano recordó que cuando era novicio habia una vieja campana cascada y la quitaron ¡¡como podía saber aquel niño aquello!!. Y el niño dijo:

-debajo de esta baldosa fray Felipe esconde vino.

Todos se miraron entre si ¿Quién era fray Felipe? ¿como podía saberlo? Tras mucho trabajo quitaron la baldosa pues con los años se había pegado; efectivamente, debajo había un agujero sucio ¡¡con media botella de vino!!.

De pronto el fraile encargado de limpiar la iglesia lo reconoció: Hacia años que recogía el dinero y limpiaba el polvo; era la estatua del monaguillo con el cepillo a la entrada.

Y así Luisin supo que era la eternidad: había pasado 150 años pero para él duró una Misa.


1 comentario:

  1. Tengo que leerlo aún más despacio.... entiendo que pasó muuuucho tiempo, pues todos los fraile que estaban de nuevo no conocían al chico...y que para él, no había echo tanto tiempo...ando desencaminada?...no se sí será así en realidad...por que quiero decir.....que el relato tiene final, pero la vida eterna...tal y como nos la imaginamos no...ay que lío!!!,en fin!,creo que me he liado yo solita. Pero me ha gustado mucho.

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